ANTES DE INICIAR DE NUEVO Texto de sala por Rodrigo Islas Brito La exuberancia y el camino de la naturaleza, as perdidas y la ensoñación se construyen y deconstruyen en las manos del oaxaqueño Juan Carlos Abreu (CDMX, 1976) en “Antes de iniciar de nuevo”, exposición multidisciplinaria que va sobre el óleo sobre tela, el gouache sobre papel y la entrada a placer y destajo del sumo placer de la escultura en bronce. Primera vez para un artista siempre activo, al que el encierro pandémico en su taller lo ha llevado a abrazar el modelado de sus piezas. La Pasión. La Emoción. El Reto. La adicción a que la vida y el trazo surja de tus manos, ha fructificado en siete piezas que le han servido al artista para al mismo tiempo que miraba la rispidez de una pandemia universal, pudiera mirar también el cómo detenerse y empezar a cuestionarse sobre su propio trabajo. Sobre qué es lo que quería hacer y cómo podía hacerlo.
“Tuve tiempo para ver qué sucedía con el color, con las texturas, con la materia. Cada vez se fueron volviendo más fuertes las piezas en mi pensar. Los gallos, los toros, los conejos, los borregos, los colibrís, los animales planetarios de todos los tiempos y todas las culturas”, comparte el artista férreo convencido de la experimentación en la preparación de materiales que lleven a que las piezas sostengan su permanencia en el tiempo. Cuernos de oro en un recipiente que se exprime, la luna enrollando el canto de un ave que desciende de los dinosaurios, el carruaje de Apis surcando las olas de un mar que lo quiere alcanzar y cotorrear con él, una liebre ilusionada con la noche, un pajarito mágico levando anclas, un grito campesino que brota debajo de la tierra con la cresta de la furia; al igual que sus lienzos corales de significado, las esculturas del pintor y dibujante se prenden y desbordan de naturaleza, de esa belleza afuera que te lleva a enfrentar hasta la peste para poder respirar con ella , de esas graficas visuales que usamos para combatir el alejamiento de los ríos, la escasez de agua, el exterminio de la exuberancia. Idea en la que el autor conecta también con lienzos de bebes abrazados por la fertilidad de los cuerpos celestes, con la búsqueda de lo divino aun en lo incontestable, con la existencia que se muta cuando traes ganas de exigirle cuentas al tiempo. O con un Benito Juárez llenó de flores del que uno hasta diría que realmente se le nota lo contento. Antes de iniciar de nuevo: esta es la expo que en Galería Arte de Oaxaca habla sobre la reinvención, sobre caminar con otros zapatos que aunque parecidos no pueden seguir siendo los mismos. Esta es la expo del regreso de un artista que busca concentrar en sus trazos una conexión genuina con un universo que repleto de belleza pareciera que cada vez concentra en un su cabeza una genuina necesidad de liquidarnos por ser pésimos inquilinos. Abreu recuerda su origen de pradera, montaña y milpa, de los pollos, de plantíos de calabaza y frijol que en las vacaciones de su infancia se convirtieron en su campo de juegos y obligaciones autoimpuestas. Dice que este es en un mantra que no le interesa esconder en rodeos de simulaciones y embustes. “Yo seguiré hablando del campo y los animales que me hablaron de niño. Aunque estos luego ya no existan más. De cómo tenerlos tan claros me sigue permitiendo vivir en un mundo un poquito cada vez más caótico y que no acaba de tomarse un respiro para mirar hacia atrás y detenerse en sus fracturas”, concluye el autor.
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